La Vanguardia Interview

"Sin un planeta sano nos espera un futuro oscuro"

Jon Kortajarena es uno de los pocos modelos masculinos españoles que han alcanzado la cima de la moda. Allí se tropezó con el diseñador Tom Ford, que, metido a director de cine, le ofreció un pequeño papel en su primera película. Nacido en Bilbao y a punto de cumplir los 26 años, Kortajarena vive preocupado por lo que le rodea, aunque su vida poco se parece a la de la mayoría de su generación.

El árbol que lleva tatuado en la parte posterior del cuello es, dice, “el mapa de mi vida, de mi viaje personal. Simboliza lo que más me ha marcado y es una especie de diario que se va transformando según lo que me va ocurriendo”. Viajero por exigencias profesionales, asegura que sólo se relaja en casa. Y por casa no entiende sólo la familiar, en Bilbao, sino también las de Madrid, París o Nueva York, donde están “mi sofá, mi espacio, mis cosas…”. Un día ideal, para este modelo de sonrisa fácil y talante reflexivo, es ese en que puede perderse por el monte con su perro, Ator, un placer que su trabajo con los mejores diseñadores, fotógrafos y firmas del mundo le permite en contadas ocasiones.

Está usted en un momento dulce de su carrera de modelo, pero el hecho de haber actuado en una película ¿puede interpretarse como que se plantea un futuro profesional lejos de las pasarelas?
No tengo ni idea de a qué me dedicaré dentro de cinco o diez años. Lo único que puedo hacer es buscar referencias de lo que me gustaría o sería capaz de desarrollar. Tengo claro que me interesa algo creativo, pero a un nivel más profundo de lo que permite la moda.

Habrá incluido la carrera de actor entre sus posibilidades.
Reconozco que alguna vez lo había pensado, pero yo mismo me retenía. Cuando Tom Ford me propuso participar en Un hombre soltero encontré la excusa perfecta para comprobar cómo me movía en ese terreno.

No le fue mal.
Como yo partía de cero no tengo elementos para comparar y no sé si lo hice bien o no. De la experiencia me quedo con la idea de dar vida a algo que está escrito en un papel.

¿Se preparó de alguna manera?
Para actuar, como para ponerse ante una cámara, me va bien partir de la intimidad. Si existe un talento en bruto, hay que aprender a manejarlo, a controlarlo. Después de hacer la película me apunté a clases de interpretación, pero con calma y sin demasiada exigencia.

¿El trabajo en cine se parece algo al de modelo?
La moda no es tan artística ni creativa, no tiene otro interés que disfrutar el momento. En el cine hay un proceso más natural, y con la interpretación puedes llegar más al fondo de las cosas. He aprendido que lo importante no es saber hasta dónde quiero llegar, sino hasta dónde puedo llegar.

¿Podría dar argumentos para desmentir que en la moda sólo hay frivolidad?
No hay nada que justificar. La moda es frivolidad, pero es también creación, talento, imaginación y cultura... Es un reflejo de la sociedad.

¿A qué se debe ese mito de que la belleza está reñida con la inteligencia?
A que muchas veces lo está, pero eso no significa que una cosa lleve a la otra. Hay que desmitificar la creencia de que la belleza y la inteligencia no pueden coexistir. Si suponemos que la belleza es sinónimo de estupidez, ¿quiere esto decir que la fealdad es sinónimo de inteligencia? Si te interesa conocer a alguien, hay que dejar los prejuicios a un lado.

¿Hay que tener algún talento especial, aparte del atractivo físico?
En la carrera de modelo, como en la de ingeniero, si no eres disciplinado y educado, es muy difícil triunfar.

¿Qué le ha aportado esa profesión?
La moda te permite desarrollar cierto talento creativo y también muchas experiencias, capacidad de adaptación, apertura mental, conocimientos sobre la vida, la gente... Es un trabajo que te quita muchos miedos, pero también te aporta otros, y en el que tienes que procurar que se adapte a tu vida y no al revés. Hasta hace poco mi vida era sólo trabajo; ahora he empezado a centrarme más en las cosas que me enriquecen como persona.

Y de todo lo aprendido, ¿qué considera más valioso?
Aprender a dar importancia a las cosas más sencillas, a darte cuenta de que, por mucho que tengas, lo que hace feliz de verdad a un ser humano es el amor incondicional en cualquiera de sus manifestaciones. Vas madurando gracias a amigos que vas encontrando y con los que tienes afinidad, con las relaciones amorosas, con pequeñas cosas que te van cambiando.

El hecho de viajar continuamente ¿hace que se desvincule de lo que ocurre en España?
Intento estar al día y me interesa la política, pero a veces me frustra y me hace sentir muy impotente. Si durante un viaje desconecto, desconecto de todo. Ya me pondré al día a la vuelta.

Si las elecciones le pillan fuera de casa, ¿procura participar de alguna manera o se despreocupa?
Voto por correo; cuando estás acostumbrado a viajar tanto terminas organizándote bien. No quiero, ni creo que sea bueno, renunciar al voto. No debemos criticar a un gobierno si no cumplimos con este derecho.

¿Fue a la ikastola? ¿Habla euskera?
Sí, hablo euskera y fui a una ikastola hasta los diez años; después empezamos a viajar mucho y por esa razón estuve en distintos colegios públicos y privados, también en algunos católicos. Como alumno he pasado por varios sistemas y he llegado a la conclusión de que lo importante es que la enseñanza sea eficiente, libre, creativa, que te motive, en el idioma que sea. La educación debe estar siempre libre de connotaciones políticas.

Usted debe de conocer a personas de muchas nacionalidades. ¿Se explica la xenofobia?
Evidentemente, no. Bajo ningún concepto ni circunstancia. Y en eso soy tajante.

¿Ha seguido las luchas de los jóvenes en los países árabes?
Sí, la revolución árabe, tarde o temprano, tenía que pasar. Los jóvenes ahora han dicho basta, y están en la calle porque tienen hambre de democracia, de justicia y de un futuro mejor.

¿Se imagina participando en un movimiento de ese tipo?
Como joven europeo me resulta difícil imaginarlo, pero supongo que si se dieran las circunstancias, yo también lucharía por mi libertad y la de mi gente, por una sociedad más igualitaria.

¿Cree que estas acciones harán que los jóvenes occidentales se impliquen más en la vida política y social?
Lo que está pasando debería despertar de la apatía a mucha de la gente joven occidental. Creo que para nosotros es muy importante estar atentos, ser conscientes de la situación y tener cierta actitud crítica con las actuaciones de nuestros ­representantes.

¿Considera que internet tiene el poder que parece o ha sido una sorpresa ver que se puede hacer una revolución a través de las redes sociales?
Es el gran invento de nuestra generación. Lo ha cambiado todo y seguirá haciéndolo hasta quién sabe cómo o cuándo. Esto es sólo el principio, iremos descubriendo cada vez más que internet es un arma poderosísima. Bien utilizada puede ser una herramienta para, por ejemplo, ayudar al renacimiento de un pueblo, o como forma de acceso a la información más actualizada y variada, pero también puede ser el cobijo de mafias y de cobardes.

Usted cedió su imagen a los proyectos conservacionistas de Al Gore. ¿Está preocupado por el futuro del planeta?
Si no estuviera preocupado por la ecología, invertiría mi tiempo en otras cosas. Fue un honor ser la imagen y participar activamente en la fundación de Al Gore contra el cambio climático. Sé que hay mil motivos por los que luchar, mil injusticias a las que habría que prestar toda la atención del mundo, pero sin un planeta sano (que respire entre las economías que todo lo dictan) vamos a tener un futuro oscuro. Hay que preocuparse y ser conscientes de que el mundo lo cambiamos nosotros. Para bien o para mal.